En 1990, la aldea de Pajares y el barrio de abajo de San Andrés fueron demolidos a consecuencia de la construcción del embalse de Pajares. Una gran infraestructura que, proyectada desde los años 20, no solo causó la desaparición física de sus casas, sino que también provocó que durante casi todo el siglo XX las inversiones en la mejora de las condiciones de vida de sus habitantes fuesen casi nulas.
Gracias al apoyo del Ayuntamiento de Lumbreras de Cameros, con este recital y esta antología se pretende preservar y difundir su memoria y promover la cultura como valor fundamental para el desarrollo de esta zona de la sierra de Cameros.
En marzo de 2020, Álvaro González, autor de La voz de los desterrados (Pepitas de calabaza & Los aciertos) y editor de La Zamarra, organizó, al cumplirse los 30 años de la despedida oficial de Pajares -el 18 de marzo de 1990- un paseo por el entorno del pantano que pretendía servir «de recuerdo y homenaje a todas las personas que se vieron forzados a abandonar sus hogares». Dicho evento, al que más de cien personas ya habían confirmado su asistencia, tuvo que cancelarse a causa de la pandemia de COVID-19.
Ahora, este recital será una nueva oportunidad para reivindicar que se conozcan y se reconozcan los sacrificios causados por la construcción del embalse. «En memoria de los últimos habitantes de Pajares y el barrio de abajo de San Andrés, que fueron expulsados no sólo de sus hogares, sino también de su forma y medio de vida, hemos querido celebrar este acto de recuerdo, de nostalgia y, también, de futuro». Además, el domingo 20 de agosto también se ha organizado un paseo al pantano de Ortigosa y los restos de la aldea de Los Molinos que saldrá a las 09:30 h desde el ayuntamiento de El Rasillo de Cameros.
El Agosto Clandestino, que este año alcanza su decimonovena edición, no sólo se ha convertido en uno de los más prestigiosos festivales poéticos de nuestro país, sino que, además, ha apostado por llevar la cultura más allá de Logroño. Apostando por este y otros eventos, como el recital que se celebró el pasado jueves 10 de agosto en la aldea despoblada de Oteruelo de Ocón, se reincide en «el compromiso que el festival mantiene desde hace quince años con el medio rural”, afirma Enrique Cabezón, director de esta iniciativa.