José Luis Ocaña Miranda (Los Barrios, Campo de Gibraltar, Cádiz 1954). Africano umbilical. Exmetalúrgico. Exanalista de la variante del dragón en la defensa siciliana. Exlector de Hermano Lobo y El Viejo Topo. Ciudadano del mundo adscrito a librepensamiento. Autodidacta involuntario en la letra y en la imagen. Outsider in offside. Adicto al verbo en tiempos de luces cortas, y barbarismo sutil. 50 years in catalonia. Un cie(r)so en La Muela, ZGZ. Íbersoy.
La célula y el vals de las estatuas
Bailan desacompasadas, ante la pasividad arquitectónica de palacios y plazas, en cualquier lugar del mundo. Víctimas de la vorágine desenfrenada. Cuando se desata la rabia salvaje, con el odio más feroz, siempre encuentra mármol y bronce para el desquite. La cerámica rota de la discordia. El orden conocido injusto y despótico, sujeto al dictamen de una masa incontenible. Estatuas de dictadores, emperadores, faraones, zares y revolucionarios, defenestradas. El dedo acusador apuntando a los confines del sacro imperio, cercenado. La niña en brazos, father love, semihundida en los parterres. Estatuas sin apéndices, cabezas sin corona cayendo de altos pedestales por brazos e improvisadas bragas de acero. Anudadas corbatas por la indignación y el rencor colectivo.
Ana Pérez Cañamares nació en Santa Cruz de Tenerife, en 1968, y vive en Madrid. Ha publicado los poemarios La alambrada de mi boca (Baile del Sol), Alfabeto de cicatrices (Baile del Sol), Entre paréntesis. Casi cien haikus (La Baragaña), Las sumas y los restos (Ya lo dijo Casimiro Parker; Premio Blas de Otero-Villa de Bilbao 2012), Economía de guerra (Lupercalia), De regreso a nosotros (Ya lo dijo Casimiro Parker), El espejo discreto (Pre-Textos), con el que ganó el premio Vicente Núñez-Diputación de Córdoba 2016, Querida hija imperfecta (Ya lo dijo Casimiro Parker), A vista de ave (colección Poética y Peatonal); el libro de aforismos Ley de conservación del momento (Isla de Siltolá) y el libro de relatos En días idénticos a nubes (Baile del Sol). Participa con asiduidad en recitales y festivales de poesía, y sus poemas y relatos están recogidos en numerosas antologías. Algunos de ellos han sido traducidos al inglés, griego, polaco, croata, árabe, alemán y portugués.
La madre de Claudia
Para Claudia
Agradezco que tu madre antes de morir
tuviera antojo de un plato de calamares;
así no me sorprendió tanto
que a la mía le diera por cantar coplas
dirigiendo con su mano asarmentada
su dispuesto coro de hijos.
Te agradezco que te emborracharas
con una botella de vino
junto a tu madre moribunda;
cuando yo me emborraché con ron
ya sabía que no había falta de respeto
o necesidad de huida
sino homenaje
casi –tú me entiendes- celebración
y una tristeza sin histerismos
que se parecía a la vida.
Así que aquella noche, cuando me contaste
todo esto mientras cenábamos tacos
recibí una lección magistral:
mira a los ojos de la muerte
y podrás ver lo que nunca viviste:
la infancia de tu madre
la borrachera del tiempo trastocado
la oportunidad de dar las gracias
sin pronunciarlas.
Porque para las madres
todas las palabras
están siempre dichas.
Sólo las risas de sus hijos
las impulsan a volar
hacia la muerte.